La empresa:

 

Un proyecto, un emprendimiento, una empresa o una organización tiene ciertas características que le son propias. Por tanto, realizar una breve observación de la actividad humana dentro del mismo, a través de lo que denominamos ámbito de la cultura, ámbito político y el ámbito económico puede ayudarnos a entender esas características:

 

La Cultura:

 

Todas aquellas acciones que las personas realizan buscando su superación o desarrollo, tanto individual como grupalmente se pueden encuadrar dentro de la cultura. Muchas veces, se escucha la frase, los derechos de uno terminan donde comienzan los de otro, y desde el momento en que compartimos espacios en común con otras personas o grupos, es importante que se definan las reglas de juego, de convivencia, de trabajo, etc. Es en ese momento donde aparece el ámbito político.

 

Lo Político:

 

Aquí ya no se observa, simplemente “el bien individual”, o el “bien grupal”, sino el llamado “bien Común”. El bien común conlleva la idea de reducir al mínimo las limitaciones para que los “bienes” individuales y grupales se desarrollen satisfactoriamente.

 

Para la administración del bien común, por ejemplo, en una comunidad se provee de una autoridad que regule los derechos y deberes de cada parte interesada, para que el ámbito cultural se desarrolle lo mejor posible.

 

Sin embargo, son individuos específicos los que detentan la autoridad regulatoria en el ámbito político. Son personas que dejan su sello personal, su particular visión sobre el bien común. Las reglas que a su juicio son las mejores para el desarrollo del ámbito cultural. Tanto una sociedad como una organización evolucionan en la medida que se logran generar ámbitos políticos menos discrecionales, efectivamente respetuosos del ámbito cultural de individuos y grupos, más acertado en el logro del “bien común”.

 

Lo Económico:

 

Al mismo tiempo que para vivir necesitamos generar recursos que nos permitan desarrollar las actividades de nuestro ámbito cultural. Es importante distinguir el ámbito específico donde nuestras acciones nos proveen de recursos: el ámbito económico. Es en este ámbito donde la actividad que realizamos nos permite crear riquezas y distribuirlas.

 

Los tres ámbitos se legitiman a través del logro de sus propios objetivos. Por ejemplo, el ambito cultural adquiere legitimidad cuando en él, los individuos satisfacen sus deseos, y pueden obrar de acuerdo a sus preferencias y valores.

 

Cuando un grupo de personas constituye una entidad benéfica, obteniendo donaciones para distribuirlas, lo realiza por una motivación trascendente, hacia el progreso y bien común de la sociedad en la cual se constituyó. Su objetivo no es generar recursos, ni regular las acciones de otras personas, sino de obrar de acuerdo a los valores definidos en la entidad. Es el logro de ese objetivo el que da legitimidad a la existencia de la entidad.

 

El ámbito político, adquiere legitimidad si sus instituciones contribuyen al bien común. Y finalmente, el ámbito político se legitima cuando crea riquezas, o cuando produce rentabilidad.

 

Una empresa se legitima socialmente cuando produce con rentabilidad.

 

En su operación, las empresas[1] consumen y producen. Cuando la valoración económica hace lo que producen es mayor que la valoración económica de lo que se consume, significa que se ha obtenido rentabilidad.

 

Una empresa legitima, realiza una transformación, como por ejemplo, hierro en herramientas, trigo en pan, leche en queso, etc. Agregando valor para la sociedad.

 

Para precisar la terminología que usaremos en el desarrollo, se llamara tanto producto o servio a lo que produce una empresa, y recursos a los medios utilizados para obtenerlos.

[1] No se llamara aquí a “empresas” a las organizaciones que se desenvuelven fuera del ámbito de los económico: entidades culturales, benéficas, sociales, deportivas, etc.